Memorias de un barco: 7200 días de navegación en alta
mar.
Por: Lic. Greys Navarro
“La vocación más noble que puede ejercer un ser
humano es la de educar a sus semejantes” decía un letrero al final de un
pendón, al que visualizaba a medias, desde el escritorio donde consultábamos,
con la promotora y gestora de este periódico, y otro compañero mas, el costo y
el valor total para la impresión en físico del mismo. Mientras nos cotizaban
los precios y las formas que tendría el informativo veredal, retumbaba en mi mente la frase desde hacia ya
varios minutos, con una insistencia y periocidad, bastante peculiar e inusual. Pensé
en que estas palabras sacadas de un mundo, donde solo los entrelazos del saber,
el agradecimiento y la convicción del valor a la labor; tienen
cabida, como si se tratase de un espacio mágico y transparente; tenían que ser
pieza fundamental en un lugar de este proyecto que con mucho esfuerzo e impulso
ha venido gestándose y saliendo, desde hace ya un tiempo, en nuestra
Institución. Solo una labor como la
puesta en marcha, a propósito de nuestro informativo, merece palabras de este
tamaño.
Es innegable que, educar al otro es la mejor manera
de agradecer la existencia en este espacio tridimensional en el que habitamos,
cuando educamos al semejante nos convencemos que no somos
infalibles, que nos equivocamos, que necesitamos de ese semejante, ese que es
igual a nosotros en espíritu, en especie, en clase, en familia y en orden, porque,
sin duda alguna; los demás nos enseñan que tenemos debilidades, fallas,
errores, faltas, que no somos autosuficiente.
De una u otra forma, nuestros semejantes son un espejo en el que
nos miramos día a día, y que nos persuaden de que la vida es más parecida a la
de los demás que a la de nuestros propios infortunios y aciertos. Esa misma
labor, la de formar al prójimo, es la que se roba el tiempo, el espacio, la
mente, el corazón, y porque no, el alma
de los que entrañamos este plantel educativo, ubicado en las más amables
tierras de esta vereda llamada La Aguada, y que necesariamente esta no ha sido
la más fácil de realizar.
Semejante a un barco cuando inicia su velada para
salir a alta mar, muchas veces sin prevenir o percatarse de lo que espera en
medio de tormentas, penurias e inesperadas situaciones; inició nuestra escuela, un pedazo de terruño
en el que poco creían y en el que pocos ponían sus esperanzas, según lo que
evidencian las memorias fotográficas.
Al igual que, las embarcaciones navegan por los
anchos océanos, con una brújula que direcciona e indica el camino, ese que
muchas veces únicamente lleva la intención
de buscar un lugar donde poder anclar,
de bases sólidas, de muelle firme; para desatar la vaina, el mastil y bajar la
velas, esa búsqueda constante y necesaria de saber donde arrimar, repleta de
historias, cargadas de recuerdos un tanto inmemorables y también llenas de
fantasías, rodeadas de situaciones que solo queremos que se queden en el pasado
y que nos además nos anuncian; que las hemos superado, hasta el punto de
considerarlas inoportunas e inconvenientes en su momento, aun mas cuando son un
poco arcaicas y retraídas para el instante en que vivimos.
Esa es la razón de ser de este espacio al que
denominamos escuela, que llega a sus 20 años de existencia, desde que recibió
la ordenanza un 26 de mayo de1993, y de la cual no me atrevo hablar
abiertamente en cuanto a sus memorias,
por el simple hecho de no tener el recorrido vivencial de su historia, para hacerlo.
Sin embargo,
a lo que puedo referirme y de lo cual me siento convencida es que al igual que
un barco en su experiencia en el mar; estos significativos años les han costado,
a los capitanes, a sus auxiliares y todo el equipo que hecha andar la elice que
mueve la embarcación, todo un recorrido
en alta mar, con mareas altas y mareas bajas, con interminables noches de
tormentas, de rayos e inundaciones, pero también teniendo la seguridad de la
recompensa y que es irrefutablemente esta tripulación que aborda, una cantidad
de muchachos que reflejan , el sentir, las ganas de luchar del joven que hace
parte de esta vereda, ellos que son el motor este de espacio educativo y que
con sus vivencias e historias nos hacen pensar que no debemos dejarnos llevar
por las ganas, muchas veces, de solo
recorrer la proa y aflojar el timón, si por el contrario de tomar la velas y
echar a navegar por muchos años mas este proyecto educativo que nos lleva en la
tripulación a muchos.
Además de que tengo la seguridad de que esas
historias de desesperación e infortunios solo son parte fundamental de esta
marcha y que se convierten en la evidencia fehaciente de las ganas por luchar
por este terruño, por los jóvenes que hacen parte de ella, por todos los que
aportan un granito de arena cada día, para que el barco incline su asta hacia
la dirección que indica el norte.