INSTITUCION EDUCATIVA LA AGUADA

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lunes, 20 de mayo de 2013


Memorias  de un barco: 7200 días de navegación en alta mar. 






Por: Lic. Greys Navarro

“La vocación más noble que puede ejercer un ser humano es la de educar a sus semejantes” decía un letrero al final de un pendón, al que visualizaba a medias, desde el escritorio donde consultábamos, con la promotora y gestora de este periódico, y otro compañero mas, el costo y el valor total para la impresión en físico del mismo. Mientras nos cotizaban los precios y las formas que tendría el informativo veredal,  retumbaba en mi mente la frase desde hacia ya varios minutos, con una insistencia y periocidad, bastante peculiar e inusual. Pensé en que estas palabras sacadas de un mundo, donde solo los entrelazos del saber, el agradecimiento  y  la convicción del valor a la labor; tienen cabida, como si se tratase de un espacio mágico y transparente; tenían que ser pieza fundamental en un lugar de este proyecto que con mucho esfuerzo e impulso ha venido gestándose y saliendo, desde hace ya un tiempo, en nuestra Institución.  Solo una labor como la puesta en marcha, a propósito de nuestro informativo, merece palabras de este tamaño.  

Es innegable que, educar al otro es la mejor manera de agradecer la existencia en este espacio tridimensional en el que habitamos, cuando educamos al semejante nos convencemos  que  no somos infalibles, que nos equivocamos, que necesitamos de ese semejante, ese que es igual a nosotros en espíritu, en especie, en clase, en familia y en orden, porque, sin duda alguna; los demás nos enseñan que tenemos debilidades, fallas, errores, faltas, que no somos autosuficiente.
De una u otra forma,  nuestros semejantes son un espejo en el que nos miramos día a día, y que nos persuaden de que la vida es más parecida a la de los demás que a la de nuestros propios infortunios y aciertos. Esa misma labor, la de formar al prójimo, es la que se roba el tiempo, el espacio, la mente, el corazón, y  porque no, el alma de los que entrañamos este plantel educativo, ubicado en las más amables tierras de esta vereda llamada La Aguada, y que necesariamente esta no ha sido la más fácil de realizar.

Semejante a un barco cuando inicia su velada para salir a alta mar, muchas veces sin prevenir o percatarse de lo que espera en medio de tormentas, penurias e inesperadas situaciones;  inició nuestra escuela, un pedazo de terruño en el que poco creían y en el que pocos ponían sus esperanzas, según lo que evidencian las memorias fotográficas.
Al igual que, las embarcaciones navegan por los anchos océanos, con una brújula que direcciona e indica el camino, ese que muchas veces únicamente  lleva la intención de buscar  un lugar donde poder anclar, de bases sólidas, de muelle firme; para desatar la vaina, el mastil y bajar la velas, esa búsqueda constante y necesaria de saber donde arrimar, repleta de historias, cargadas de recuerdos un tanto inmemorables y también llenas de fantasías, rodeadas de situaciones que solo queremos que se queden en el pasado y que nos además nos anuncian; que las hemos superado, hasta el punto de considerarlas inoportunas e inconvenientes en su momento, aun mas cuando son un poco arcaicas y retraídas para el instante en que vivimos.

Esa es la razón de ser de este espacio al que denominamos escuela, que llega a sus 20 años de existencia, desde que recibió la ordenanza un 26 de mayo de1993, y de la cual no me atrevo hablar abiertamente en cuanto a  sus memorias, por el simple hecho de no tener el recorrido vivencial de su historia,  para hacerlo.
 Sin embargo, a lo que puedo referirme y de lo cual me siento convencida es que al igual que un barco en su experiencia en el mar; estos significativos años les han costado, a los capitanes, a sus auxiliares y todo el equipo que hecha andar la elice que mueve la embarcación,  todo un recorrido en alta mar, con mareas altas y mareas bajas, con interminables noches de tormentas, de rayos e inundaciones, pero también teniendo la seguridad de la recompensa y que es irrefutablemente esta tripulación que aborda, una cantidad de muchachos que reflejan , el sentir, las ganas de luchar del joven que hace parte de esta vereda, ellos que son el motor este de espacio educativo y que con sus vivencias e historias nos hacen pensar que no debemos dejarnos llevar por las  ganas, muchas veces, de solo recorrer la proa y aflojar el timón, si por el contrario de tomar la velas y echar a navegar por muchos años mas este proyecto educativo que nos lleva en la tripulación a muchos.
Además de que tengo la seguridad de que esas historias de desesperación e infortunios solo son parte fundamental de esta marcha y que se convierten en la evidencia fehaciente de las ganas por luchar por este terruño, por los jóvenes que hacen parte de ella, por todos los que aportan un granito de arena cada día, para que el barco incline su asta hacia la dirección que indica el norte.

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